El sharenting es una práctica cada vez más habitual entre los padres, y consiste en publicar fotos, vídeos o cualquier otro tipo de información sobre sus hijos en las redes sociales. Se trata de una peligrosa actividad, no solo por el hecho de mantener candente ese asunto tan controvertido como es la privacidad de los menores, sino por las consecuencias que se pueden acarrear:

·         Uso perverso de esta instantánea o vídeo. La privacidad en Internet no es algo blindado. Desde el mismo momento en el que se comparte una foto en la red, se asume que pasa a ser pública. Se deja de tener control sobre esa foto y no se sabe a qué manos puede llegar y el uso o finalidad que se le puede llegar a dar, descargándose la foto, manipulándola y volviéndola a compartir en la red.

·         Geolocalización. Muchas veces, a la hora de compartir una foto en tiempo real, tenemos activadas las funciones de localización/ubicación, que pueden permitir a personas extrañas a nuestro entorno, conocer datos relevantes de nuestros hijos, sobre dónde se encuentran o qué sitios frecuentan.

·         La imagen de una persona es un dato de carácter personal, y como tal, está protegida por la normativa de protección de datos. En España, nos acogemos a una sentencia de 2015 del Tribunal Supremo que concluyó que el ‘sharenting’ solo puede ser penalizado si el acto se realiza sin el consentimiento de alguno de los progenitores o representantes legales del menor. A partir de ahí, conceptos subjetivos como la responsabilidad o el sentido común de los padres entran a escena, siempre que tengan presentes los riesgos que se pueden derivar de un acto tan entrañable como divulgar escenas íntimas de familia o momentos de felicidad de los hijos pequeños con otros niños. (En países europeos como Austria, Italia o Francia existen normativas que prohíben estas prácticas tan habituales y fijan multas de hasta 1 año de prisión o 40.000 euros).

Cesión de derechos a las redes sociales

Los padres deben ser conscientes de los riesgos que existen en la Red y por lo tanto de lo que implica publicar fotos de los hijos en sus redes sociales, exponerlos de esa manera. No somos conscientes de que esas fotos dejan de ser privadas para convertirse en públicas; dejan de tener los derechos sobre ellas para cedérselos a Instagram o a Facebook.

Casi todos los usuarios de las redes sociales no se paran a pensar que derechos ceden a estas plataformas cuando suben sus imágenes. Aceptamos sus condiciones de uso y su política de privacidad sin ni siquiera leerlas de pasada.

Normalmente, cuando se sube la foto de un hijo a las redes sociales no se hace por su valor artístico, pero no está de más conocer los derechos que estamos otorgando.

¿Qué medidas tomar?

Estos son algunos consejos para tratar de perjudicar lo menos posible a los hijos, sin prohibir nada a los padres a la hora de compartir información:

·         Para evitar que las fotos e información de nuestros hijos caigan en las manos equivocadas, es fundamental controlar los ajustes de privacidad de nuestras redes sociales.

·         Tomar precauciones y pensarlo dos veces antes de dar la localización del niño

·         No colgar fotos en la que los niños aparezcan desnudos

·         Considerar el efecto que puede tener lo compartido sobre el autoestima de nuestros hijos

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